viernes, 18 de octubre de 2013

Preparar a los niños para un examen, ¿qué sentido tiene?

 Todos, alguna vez, nos hemos esforzado mucho para estudiar para un examen. Te planteas lo que tienes que aprender, te mentalizas para memorizar una serie de conceptos que, en muchas ocasiones, ni entendemos, lo memorizas, llegas al examen, escribes todo y, al poco tiempo, olvidas la mayoría de conceptos que habías memorizado, no aprendido. Pero peor han sido los exámenes orales, en los cuales te ponías nervioso, se te bloqueaban los conocimientos y parecía no haber aprendido nada. Por tanto, ¿Qué se aprende? ¿Qué se valora? ¿Qué sentido tiene memorizar? ¿Qué importancia deben tener los exámenes?

Un niño puede haber aprendido mucho sobre un tema determinado y no plasmarlo en un examen, ya sea por las preguntas planteadas, por el tiempo o incluso por tener un mal día. Al mismo tiempo, en muchas ocasiones los alumnos no saben realizar esas pruebas  ¿tenemos que enseñar a los niños a hacer exámenes? Pero debemos considerar que si centras tu atención en preparar a los niños para un examen, no la centras en que realmente aprendan. 

A lo largo de la educación, parece que se prepara constantemente a los niños para un examen final. Ahora, con las reválidas, se pretende hacer estas pruebas pero en periodos más cortos. En estas lo que se valora son los contenidos conceptuales. Por tanto, no se tiene en cuenta ni el proceso ni las actitudes que, en mi opinión, es lo que se debería valorar.

Por tanto, debemos considerar que un examen puede ser una herramienta más de evaluación, pero no debemos utilizarla como única herramienta para la consecución de los objetivos planteados. Debemos centrarnos en que los alumnos aprendan y la mejor forma para ello es la práctica.

Firmado: María Pizana Iniesta

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