jueves, 24 de octubre de 2013

Escribir, ¿para qué?

A lo largo de nuestra educación, hemos practicado la actividad de la escritura, pero en muy pocas ocasiones con una finalidad comunicativa. La mayor parte de lo que muchos profesores han llamado escribir, lo dedicábamos a transcribir en nuestro cuaderno lo que ponía en los libros de textos, en copiar enunciados de actividades sin sentidos o en escribir redacciones al profesor para contarle lo que habíamos hecho en nuestras vacaciones. Además, para comprobar que sabíamos escribir cartas o notas, nos hacían escribir algunas en el examen. Pero lo peor de todo es que nos las devolvían llenas de tachones y, encima, teníamos que copiar todas las palabras con faltas de ortografía unas cuantas veces. Por tanto, ¿qué sentido tiene todo esto? ¿Realmente se leían las redacciones o iban en busca de las faltas de ortografía? ¿Qué finalidad tiene esta escritura? ¿Qué sentido tiene escribir una carta en un examen?

Lo peor de todo es que, en la actualidad, se sigue haciendo lo mismo. Debemos cambiar y empezar a considerar la escritura como una actividad con finalidad comunicativa. Para ello, tenemos que enseñar a nuestros alumnos a escribir, a planificar el escrito, a reflexionar sobre lo que está haciendo y a revisar los textos antes de que el receptor lo lea. Deben tener en cuenta este elemento, pues cuando tiene una finalidad la escritura y un receptor, los alumnos empiezan a preocuparse por escribir bien y será a partir de entonces cuando desarrollen su conciencia ortográfica, pues serán conscientes de que el escrito lo va a leer un receptor, que deberá entenderlo. De hecho, cuando el receptor es distinto al profesor, los alumnos se preocupan más por su escritura.

Por tanto, cada vez que mandemos a escribir a los alumnos, que sea con una finalidad comunicativa, que sean conscientes, en todo momento, de lo que están escribiendo, para quién y para qué. No hacerles creer que la escritura es un castigo, sino un medio de expresión, de comunicación. Por ello, no debemos permitir que nuestros alumnos pasen los años sin saber realmente escribir, como nos ha pasado a muchos. Pero, a su vez, debemos ser conscientes de que es un proceso difícil y que se debe consolidar con perseverancia. 

Firmado: María Pizana Iniesta

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